En la actualidad,
nos encontramos inmersos en un contexto de aumento de la movilidad social en
reclamo de cambios estructurales en los sistemas de representatividad política
y de distribución de poder económico.
Estas movilizaciones sociales se han visto potenciadas por la proliferación de
múltiples medios de comunicación alternativos a los tradicionales. Sobre todo,
el uso de internet ha permitido vincular a nivel global múltiples demandas ciudadanas
específicas. Así, se han ido construyendo agendas globales comunes, que
integran las acciones específicas de cada manifestación.
Dichos movimientos han tomado fuerza en la última década, ejemplo de ello son las movilizaciones a propósito de la educación y el sistema político que se han vivido en Chile en 2006 y 2011-hasta el día de hoy; las marchas en Brasil sobre los presupuestos en salud, educación y una posible reforma al sistema político actual, las protestas de los “Indignados” en España a raíz de una mejora en el sistema de representatividad político, la llamada “Primavera Árabe” que hace alusión a diversas protestas y alzamientos en países del norte de África por la escasa democracia existente, la acción de protesta “Occupy Wall Street” por el creciente abuso del sector financiero, el Movimiento ciudadano “Yo soy el 123” en México, en busca de la democratización de los medios de comunicación, entre otros.
Esta creciente
disputa, por parte de múltiples sectores ciudadanos, por la construcción de una
agenda pública representativa e inclusiva, tanto nacional como local, se ha
vuelto el foco de múltiples miradas y atenciones.
Más allá de los
diversos casos locales de estas manifestaciones, en los que se discute desde
alternativas de autogobierno y autonomía política, hasta mejores herramientas
de vinculación ciudadana en la construcción de las agendas de gobierno, es
todavía posible entender ciertas cosas en común. La
proliferación de estas manifestaciones va en aumento y las diferencias entre ellas, como en todo ecosistema, se
agrandan. A su vez, se vuelve interesante entender ciertos patrones
comunes. La voluntad de empoderamiento de la ciudadanía en estos aspectos es
indiscutible; pero a la vez, aunque su capacidad de organización es cada vez
mayor, todavía tendrán que transitar muchos caminos para consolidar sus voluntades
en cambios concretos.