Cita #9


“Asi como lo he planteado en otros textos, el valor de la obra ya no está arraigado en la obra misma, sino a lo que ella provoca o provocará en un entorno. Esta sería la dimensión performativa de la obra. Cambiar la razón de una proyecto hacia fenómenos que están asociados al efecto/impacto (tanto en el lugar como en las personas), significa considerar una dimensión poco habitual que posiciona la discusión de arquitectura en materias que van más allá de sus propias preocupaciones: el qué, que ahora se extiende hacia el para qué; el cómo (en el sentido de un efecto), de manera simultánea. Existen ocasiones en las cuales es posible pensar en el resultado (mejor o peor), a veces de forma disociada, de una proyección cortoplacista, para entender que el valor se encuentra en el sentido de colectividad y pertenencia que dicha obra construirá. Así es como, se estaría volviendo a considerar la construcción de un patrimonio intangible que se construye a lo largo del tiempo y que, ciertamente, pone en valor otra forma del “producto” de la arquitectura. El patrimonio intangible ha sido un tema referido al valor cultural e histórico, pero que acá no necesariamente se entiende desde la construcción de una arquitectura, sino de lo que ella hace en el entorno de las personas, cuando la proyectamos y la realizamos como obra. La arquitectura entendida de esta forma, como herramienta de transformación es, sin duda, una posibilitadora de cambio. Si entendemos que la arquitectura da forma a la cultura y valores de nuestra sociedad, entonces se puede establecer que las transformaciones de los hábitos de una sociedad pueden ser impulsadas por una acción espacial (o de arquitectura). Es en este sentido que la arquitectura es una fuerte herramienta de performatividad.


Rodrigo Tisi. Texto PARTICIPACIÓN CIUDADANA: performatividad incidente en los procesos de desarrollo y transformación de la ciudad. En revista SPAM_arq, Vol. 8, Julio 2014